El día
llegó…
¡Cuánto he
ansiado este momento!
Abrazarte,
sentirte cerca
y que mi
mente sea como el alba
que estalla
en un abrazo de luz.
Allí quedé
sola,
con mi mente
y mi yo.
También
llego la aurora,
lentamente
fue cayendo
como caen los pétalos de una flor
que para ti
guardaba…
En mis manos
se marchitó.
Fue cuando
comprendí
que eras un
espejismo
al que no
llegaba mi amor.
Entonces mis
versos
quedaron
rotos de celos
y sin aroma…
No preguntes
cómo pasó,
porque ya no
importa
el cómo, ni
el dónde…
Ya sólo
quedan lágrimas
que mi alma
derramó.
( M. Sánchez, 28-4-2012)
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