Salimos a la
calle a defender nuestros derechos
ante un
enjambre de sueños.
La meta
merecida es de ciencia ficción,
gritos se
oyen por encima de los tejados
y unas
amapolas dibujadas en paredes
sangran con
el sabor agridulce de la tarde.
Unos
cigarrillos humean, olor a chamusquina
y caen hechos
cenizas ante unas pancartas con plegarias,
escudos de
siglos y orgullo del feminismo más puro.
Valientes
que han perdido el miedo
abren la
boca hasta enseñar la campanilla
y aprietan
los dientes para respirar y coger aliento
entre
esta corriente de hermanos sin ideales.
Observo,
como humana que soy,
como la
persona que soy…
indiferente
al sexo que define mi cuerpo,
mujer de
baja cuna, de alta talla…y madre,
porque
en mi vientre anidaron espermas
convertidos
en femíneos de un tiempo
donde
todavía se desprecian y se tratan a patadas
animales…
mujeres y niños.
Esta tarde pican como las avispas…
Se busca el
eco en las colmenas,
en nubes de lágrimas,
de sueños y esperanza
donde se
esconden tantas mujeres maltratadas.
Es hora…es
la hora!!!
Para que cada
grito se convierta en ley
y se
terminen las lágrimas.
Ya es la
hora,
para
que cambie la historia y las mentes humanas,
porque la
mujer, es la resiliencia del mundo y la vida.
María
Sánchez/febrero 2019
Reservados los derechos
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