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sábado, 8 de febrero de 2014

La media naranja...

                           


En la casa de mi infancia,
cada primavera un naranjo
se llenaba de flores
desparramando perfumes de azahar.

Caía la fruta al suelo
rompiéndose en dos mitades
y exprimiendo el jugo
de la inocencia perdida,
dando pasos adelantados
y creando el vocabulario
secreto de los sueños.

Una era mi juventud
que solitaria se desgarraba
callando palabras a medias
que entre vocales compulsivas
susurraba falsas melodías
y se las llevaba el viento
desprendiendo gemidos,
bañados en zumos de fonemas
y en el baile del sonido
buscaba su mitad
para formar la palabra
mas bella de la lengua:
“ Libertad”

La otra… no sé si encajaba
porque soñaba futuros
que con perezosos pies caminaba
repitiendo silabas de nada,
contando horas retrasadas
en un reloj que marcaba horas sin pausa.

El caldo agridulce salpica mi cara
que se cristaliza
al limpiar las migajas.

Al final las cojo…
Son dos medias naranjas
y las deposito en una cesta,
en sí encajan,
donde asiduamente maduran
y juegan en la mañana
con las limitaciones y los miedos,
dejándosen vencer por el tiempo
y lloran el beso de la despedida,
esperando el final
de una triste  partida

Ilusión ( M. Sánchez, mayo, 2012)

Reservado los derechos.

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